Todo vibra, nada está inmovil. Todo es energía, y la esencia de ésta energía es el movimiento.
No existe nada que esté en reposo, ni una piedra está quieta, en ninguno de los niveles que queramos observar. Aunque la miremos simplemente como una piedra en el suelo, por el sólo hecho de estar en un planeta que está rotando en su propio eje, podemos decir que está en movimiento, pero no sólo esto, ya que las moléculas que dan forma a esta piedra también están en constante movimiento. El escritorio donde posa tu ordenador ahora mismo está vibrando y sonando, pero gracias a los filtros de nuestros oídos no podemos escuchárlos. Y menos mal porque, ¡acabaríamos todos locos! ¡Imagina escuchar todos los sonidos que producen las células de tu cuerpo a la vez!
Hay unos límites por encima y por debajo de un rango de frecuencias que se nos son filtradas, para poder escuchar correctamente. Podríamos decir que esto de alguna manera abre un canal por el cual pasa un tipo de información, la información en forma de ondas de sonido.
Pero las ondas viajan en muchos más canales, por ejemplo la televisión, cada canal que sintonizamos nos muestra una programación diferente. La radio hace lo mismo, recibe una frecuencia de ondas y las transforma en sonido audible.
Un canal es el cable de alimentación de cualquier electrodoméstico, por donde viaja un tipo de energía, la eléctrica en este caso, para dar vida a los aparatos.
Tenemos el canal de la vista, el de los oídos, y uno para cada sentido. Cada canal utiliza un tipo de frecuencia específica propia, para transportar la información hacia el cerebro y desde ahí ser procesada. Los nervios con canales, las venas son canales, un río es un canal, el tayo de una flor, el tronco de un árbol, las cañerías de tu casa, etc... Cada uno transmite un tipo de información, todos son diferentes en forma y frecuencia, pero su misión es la misma, la de conectar y transmitir información.