La energía, es solo eso, energía, no existe energía mala ni buena, solo bien o mal dirigida. En una persona sana la energía fluye de manera armoniosa por nuestro cuerpo físico a través de los chakras, meridianos energéticos o nadis, rodeando también nuestros cuerpos sutiles presentes en el campo energético o aura. Esa fuerza energética nutre nuestros órganos, células y tejidos, regulando las funciones vitales. Si existen excesos físicos, emocionales y mentales, se producen desarreglos en el flujo energético, generando "nudos" o bloqueos energéticos que interrumpen el flujo normal de la energía vital, originando así una disfunción de los órganos, causando un desequilibrio o enfermedad.
El Reiki armoniza al pasar a través de la parte afectada de nuestro campo energético, elevando el nivel vibratorio dentro y fuera de nuestro cuerpo físico, donde se alojan sentimientos y pensamientos en forma de nódulos energéticos, que actúan como barreras para nuestro flujo normal de energía vital, reduciendo nuestra calidad de vida.
En casos de deficiencia ocurre un vacío energético que igualmente impide que los órganos se nutran y funcionen adecuadamente, creando igualmente un patrón de enfermedad.
Reiki no sólo puede sanar sino que es un coadyuvante importante en el tratamiento de cualquier patología, intervenciones quirúrgicas, tratamiento del dolor, problemas psíquicos y en general cualquier trastorno del ser humano. A modo de ejemplo podemos citar nuestra experiencia personal.
Se ha observado una disminución importante del estrés y la ansiedad en personas tratadas con Reiki, así como la regulación del peso corporal. También ha sido de gran valor el Reiki en los preoperatorios y postoperatorios para facilitar la recuperación de los pacientes. Los efectos en personas deprimidas son incalculables incluso tratándolos a distancia.