19 de mayo de 2011

Mudras.

En muchos sentidos, principalmente en el energético y de éste al espiritual, nuestras manos son como antenas. Con ellas establecemos una comunicación de doble sentido con todo lo que nos rodea: captamos y emitimos algunas de las múltiples formas en que la energía se mueve en el cosmos.

Los mudras son el reconocimiento de la naturaleza sagrada y por ende de los poderes del cuerpo. La práctica de los mudras actualiza ese potencial de creación, de curación, trascendencia y bienaventuranza que aquella naturaleza innata nos proporciona.
En las culturas del lejano Oriente como la India y Japón de manera señalada, se desarrolló toda una tradición de práctica de mudras, profunda y vigorosa como lo muestra el notable resurgimiento que hoy registra. Las manos son los miembros más versátiles y expresivos del cuerpo.

Mediante ellas el hombre se relaciona con el mundo haciendo gestos simbólicos de valor social y religioso. Las manos son un instrumento muy útil no sólo para desenvolverse en el mundo material sino también para conocer el mundo del Espíritu: en la plegaria el hombre con sus manos expresa su devoción. Budistas, hindúes y católicos juntan las manos con los dedos apuntando hacia arriba; este unir de palmas, delicado y suave, sirve de marco físico para saludar al iluminado, para cantar Om, paz, paz, paz o para dirigirnos desde la intimidad a nuestro Padre.

Las manos de la bailarina hindú evolucionan de una forma a otra realizando múltiples gestos. El erudito védico repite de memoria sus lecciones usando un código manual que lo ayuda a recordar las palabras y a acentuar el discurso.

El yogui acomoda su cuerpo en una posición estable, coloca sus manos en forma apropiada y dirige su conciencia hacia el interior. El sacerdote budista ejecuta el ritual con rápidos y casi imperceptibles movimientos de sus manos. En las esculturas y pinturas de deidades budistas e hinduistas, las manos están dispuestas en determinada forma para subrayar el mensaje espiritual. En todos los casos la disposición de las palmas, la combinación de la izquierda y la derecha, la posición de los dedos, forman signos llamados mudras.

Las interpretaciones que se han hecho del término mudra son muy variadas y revelan su riqueza.

La palabra podría derivar del asirio musaru, expresión que designaba un sello usado en la escritura. La palabra evolucionó a través del persa antiguo hasta mudra. En la literatura post-védica de la India aparece desde un periodo temprano la palabra mudra para designar un sello o la impresión de éste.

Es poco conocido la Ciencia del Mudra o Tatva Yoga; es decir, el yoga basado en la ciencia de los elementos: el aire, el agua, la tierra, el fuego y el éter. Por tanto, estos Mudras pueden curar muchas enfermedades.

Los mudras son los gestos simbólicos asociados a los Budas. Esos gestos son muy utilizados en la iconografía hindú y Budista.

Mudra, una palabra con muchos significados, es caracterizada como gesto, posicionamiento místico de las manos, como sello o también como símbolo. Estas posturas simbólicas de los dedos o del cuerpo pueden representar plásticamente determinados estados o procesos de la conciencias. Pero las posturas determinadas poden también, al contrario, llevar a los estados de conciencia que simbolizan.

Parece que los mudras se originaron en la danza hindú, que es considerada expresión de la más elevado religiosidad. [...]

El significado espiritual de los mudras encuentra su expresión perfecta en el arte hindú. Los gestos de las divinidades representadas en el arte hinduísta y budista y los atributos que los acompañan simbolizan sus funciones o aluden la determinados acontecimientos mitológicos. [...]

En el transcurrir de los siglos, los Budas y bodhisattvas representados iconograficamente con sus gestos simbólicos y atributos propiciaron el estado de espíritu propio de la meditación y crearon una profunda atmósfera de creencia.

Por lo tanto podemos decir que un mudra es un gesto o posición, normalmente de las manos, que atrapa y guía el flujo de energía y reflejos al cerebro. Doblando, cruzando, estirando y tocando los dedos y las manos, podemos hablar con el cuerpo y la mente, dado que cada área de la mano está relacionada con cierta parte de la mente o el cuerpo.

Cada mudra ejerce suficiente presión como para sentir el flujo de energía a través de los "nadis" (canales psíquicos) en los brazos pero no la suficientemente como para emblanquecer los dedos.

Existen puntos en nuestro cuerpo pero mayormente en  las manos, al igual que en los pies, están reflejos todos nuestros puntos corporales y por ello las diferentes posiciones ayudan a desbloquear aquellos que estén inarmónicos:

Dedo pulgar Representa al elemento fuego y su cometido energético es equilibrar las energías del cuerpo nutriendo cuando debe alimentarse y destruyendo cuando debe eliminarse. Además en él reside nuestra conciencia divina.


Dedo índice Representa al elemento aire y su cometido es proveernos de la capacidad de crear y de pensar. Este dedo nos trae las inspiraciones divinas. En él radican nuestros diferentes estados de ánimo. Tiene asignado el cuarto chakra.


Dedo medio Representa al elemento éter y su cometido es proveernos de la energía necesaria para actuar y vivir en armonía con el mundo espiritual que tienes a tu alcance. Tiene asignado el quinto chakra.


Dedo anular Representa al elemento tierra y su cometido es proveernos de la fuerza necesaria para defendernos y luchar por lo que es nuestro, así como del equilibrio interior para afrontar cualquier situación. Tiene asignado el primer chakra.


Dedo meñique Representa al elemento agua y su cometido es proveernos de la posibilidad de interactuar con otros seres humanos en la sociedad. Es el que nos permite relacionarnos correctamente. Se encarga de trabajar nuestras emociones. Tiene asignado el segundo chakra.



Hay mudras muy completos que implican a todo el cuerpo, pero también hay mudras muy sencillos e igualmente poderosos que sólo requieren de nuestras manos para alcanzar nuestros objetivos.


Para practicar estos mudras no es necesaria una gran habilidad, sino bastante práctica,  especialmente con aquellos que son muy complicados. Los dedos se van uniendo entre sí de maneras muy diversas y con presiones muy diversas donde a veces sólo es necesario un leve roce y otras se necesita una gran presión.

La postura y la respiración




Pueden practicarse sentado, acostado, de pie y caminando, pero siempre debes estar relajado y tu postura ser simétrica y equilibrada. La mejor postura es flor de loto o las piernas cruzadas, pero también puedes sentarte en una silla con la cabeza erguida, la espalda recta, las rodillas a la misma altura y los pies en contacto con el suelo.

Si prefieres acostado deberá ser con la espalda hacia abajo. Si estás parado es recomendable separar los pies ligeramente, con los dedos hacia el frente y las rodillas relajadas. Si caminas haz tus pasos tranquilos y rítmicos.

Debes realizar los mudras con una disposición mental de respeto y seriedad.

Comienza exhalando. Sé consciente de tu respiración, que sea regular, lenta y suave.

Es conveniente iniciar la práctica con un breve masaje de las manos de 30 o 60 segundos de duración. Eso permite sensibilizar la zona de las manos y los dedos.

Cuando hagas un mudra la presión de los dedos debe ser suave y tus manos deben estar relajadas. La flexibilidad de las manos tiene relación con la flexibilidad del cuerpo y la mente. Si sientes tensión, ésta desaparecerá con la práctica.


Puedes acompañar los mudras con mantras para potenciar sus efectos. Los mantras pueden ser repetidos mentalmente, en susurro o en voz alta.

No practiques más de tres diferentes mudras en un día. Aun así, escoge cuáles son los que vas a usar, a qué hora y cuánto tiempo.

Como auxiliar de la meditación puede practicarse tanto como desees. Si te cansas, suspéndelo, dáte un ligero masaje y recomienza. Utilizado como terapia, practica todos los días a la misma hora y de preferencia por 45 minutos, que puedes dividir en tres lapsos de 15 repartidos en el día.



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