El abuelo nos reunía a
su alrededor, 10 nietos escuchábamos embelesados y atentos, sin perder una sola
palabra de la historia del pirata. Regularmente visitábamos a los abuelos todos
los años en su casa de la playa. El lugar y su charla
nos llenaba de imaginación, y lo más curioso es que todos creíamos que la
historia era real, ahora ya de adultos comprendemos que aunque su cuento era
producto de su fantasía, los resultados eran verdaderos. Su narración era
así: "Yo tenía un amigo que era pirata. él se refugiaba en esa isla que ven
enfrente, una mañana rescató a un pequeño pulpo, que estaba atrapado en las
rocas, y desde entonces se convirtieron en entrañables compañeros. Cuando el
pirata regresaba cada año a descansar a la isla., el pequeño pulpo sentía su
presencia y venía a saludarlo. Un día me lo presentó, recuerdo claramente
cómo le dijo que yo era su mejor amigo entre los humanos y a él lo consideraba
el más leal y fiel compañero. Por eso le iba a confiar la custodia de su
tesoro y solamente a él (refiriéndose a mí) podía guiar a donde se
encontraba su fortuna y entregársela, en caso de que él no volviera jamás. "Pasó el
tiempo, continuó el abuelo, y el pirata se perdió para siempre en el mar. Hoy
sigo visitando al pulpo, que ahora también es mi amigo, seguramente él adivina
que mañana iremos a la isla, y tengan la certeza de que habrá algunos tesoros
en la playa, pues sabe que su amigo el pirata no volverá. Jamás le he pedido
que me entregue el tesoro, pero sé que le gustaría compartirlo con ustedes,
pues sabe que los amo".