¿Qué pasa cuando uno no puede usar sus ojos, por causa de algún accidente o simplemente por haber nacido con esta discapacidad? Sabemos que estas personas desarrollan con más sensibilidad los otros sentidos que poseen, como si la energía necesaria para la vista fuese transferida hacia los oídos y el tacto en especial. Existen casos extremos e increíbles de personas que utilizan el sonido como un sistema de localización en el espacio igual al de los submarinos, o más cercano aun; al de los murciélagos.
Esto me hace creer que al desaparecer un sentido tan utilizado y prioritario como el de la visión, y quedar sumidos en la oscuridad, la naturaleza transfiere la energía para contrarrestar ésta falta, pero no siendo algo azaroso. Sino que, mientras más ciegos estemos y perdamos el rumbo, más comenzaremos a sentir los efectos de su carencia, ya que estos estímulos van más cerca, más intensos, viajan más directo a nuestro interior. Nos hacen sentir en nuestro cuerpo directamente lo que no queremos ver (u oir). Como un topo que no puede ver, pero siente, comenzaremos a sentir en nuestro cuerpo los llamados de atención que la vida tiene para nosotros. Si no queremos ver, lo sentiremos, la vida busca la manera de guiarnos, de mostrarnos el camino a la "luz". Aunque que no siempre parece que estemos dispuestos a escucharla.