31 de octubre de 2011

Educación.


Un nuevo integrante había llegado a la familia: se trataba de un precioso cachorro de un mes y medio de edad, que alegró a todos con su presencia. Claro a medida que pasaban los días, se presentaban las dificultades: el perrito robaba las pantuflas, mordisqueaba las patas de los muebles, orinaba en cualquier parte, molestaba a las visitas. Cuando la situación se tornó caótica, el dueño de casa tomó la determinación de llevar a la revoltosa mascota a una escuela de perros.   Fue a averiguar a la que le quedaba más cerca de su casa, y habló con el instructor. Le describió el estado de las cosas, acordaron un arancel y un horario, y preguntó ¿podemos comenzar hoy mismo? Por supuesto, cuanto antes mejor. Justamente ahora tengo un turno libre. Voy a buscar el perrito. ¿Para qué? Pase, no más, al aula. Yo les doy clase a los amos, que son los que tienen la responsabilidad. 


De pequeñas historias para grandes momentos de Walter Salama.


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