Se fue a pique un día un navío con todo y sus pasajeros, y un hombre,
testigo del naufragio, decía que no eran correctas las decisiones de
los dioses, puesto que, por castigar a un solo impío, habían condenado
también a muchos otros inocentes.
Mientras seguía su discurso, sentado en un sitio plagado de hormigas,
una de ellas lo mordió, y entonces, para vengarse, las aplastó a
todas.
Se le apareció al momento Hermes, y golpeándole con su caduceo, le dijo:
-Aceptarás ahora que nosotros juzgamos a los hombres del mismo modo que tu juzgas a las hormigas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario