16 de diciembre de 2010

Poesía de Marianne Williamson.


Nuestro mayor temor no consiste en no ser adecuados.
Nuestro mayor temor consiste en que somos poderosos más allá de toda medida.
Es nuestra luz y no nuestra oscuridad lo que nos atemoriza.
Nos preguntamos: “¿Quién soy yo para ser brillante, espléndido, talentoso, fabuloso?”.
Pero en realidad, ¿quién eres tú para no serlo? Eres hijo de un Dios.
Tus pequeños juegos no sirven al mundo.
Disminuirte a ti mismo para que los demás no se sientan inseguros a tu lado no tiene nada que ver con la iluminación.
Todos estamos hechos para brillar, como brillan los niños.
Nacemos para manifestar esta gloria del Dios que está dentro de nosotros.
Y no es que esté sólo en algunos; está en todos nosotros.
En la medida en que dejamos que brille nuestra propia luz, damos a otros permiso para hacer lo mismo.
En la medida en que nos liberamos de nuestro temor,
nuestra presencia libera automáticamente a otros.

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